Francisco Labarca, crece al amparo de una familia numerosa en un ambiente rural de la provincia curicana, donde las condiciones socioeconómicas eran un escollo para que prosperara la aspiración de continuar capacitándose en las aulas y conocer el mundo a través de la lectura y la imaginación.
Sin embargo, allí estaba la vocación personificada conocida con el título de Profesores Normalistas, samaritanos de la Educación, quienes apoyaban e incentivaban más allá de su competencia. Tuvo la fortuna el autor de encontrarse en aquella época donde la escuela y los maestros fueron la continuación del hogar, logrando aprobar su Primaria en una Escuela Pública de la pequeña localidad, para luego proseguir la Secundaria en un colegio técnico de la ciudad de Curicó, de donde, al segundo año, solicita su traslado a la Escuela Normal. Allí sufren un cambio sus intereses y surge la afición por la lectura. La Biblioteca es una de sus mejores amigas haciendo volar su imaginación y fantasía, garrapateando sus primeros conatos en letras y versos sueltos que se perdieron en el tiempo… otros, que en su mente se cobijaron en lo más profundos de sus recuerdos y que ahora de ansias sus ojos asoman como tardío parto retenido…
Hoy, en la tranquilidad del hogar y luego de haber cumplido laboralmente la docencia por más de cuatro décadas, renace en él el deseo de expresar a través de la pluma la afición dormida. Esta corta novela nace de la inquietud del autor de crear algo propio y que refleje en gran medida el inmenso aprecio y reconocimiento por la protagonista de la historia.
Ubicado los acontecimientos en un pasado no muy lejano y en un ambiente en que el lector podrá deducir a medida que avance en la lectura. Nos cuentan estas letras aspectos de la convivencia en la familia, sus hábitos, juegos y entretenciones. De los trabajos y oficios. De la educación impartida y compartida en la Escuela y la familia.
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