Generamos la transformación y transitamos hacia nuevas experiencias debido a lo vivido a lo largo de nuestra historia. Aprendemos gracias a que aterrizamos en lo Real, y el Dolor pareciera tener que ver con ese registro. Sin embargo, mientras estemos tomados por el goce desenfrenado de la sociedad de consumo, no quedará más consuelo que lo ilusorio. Así nos lo recuerda Nicanor Parra en su poema El hombre imaginario, donde lo único que se escapa de esa ficción, es el dolor.
Para darnos cuenta de aquello es necesario vencer resistencias, identificando lo singular de cada uno, como paso necesario para poder dar con el valor de la vida.
Nos encontramos así con la Angustia, que por su misma relación con el cuerpo, es como un faro que ilumina el camino del análisis. No de casualidad, Freud como Lacan o Miller, se detuvieron especialmente en ella. Su ligazón con la libido y la sexualidad, con la vida misma y el placer, nos hace preguntarnos por qué el ser humano la padece, y es en ese balance placer-dolor, donde desemboca todo trabajo de análisis. Las flores y los animales no humanos, ni siquiera se preguntan tanto. Simplemente viven. A lo humano se atribuye una conciencia, sin embargo los supuestos “aventajados” sapiens, barremos con el dolor que puedan sentir otras especies como consecuencia de la devastación de los recursos naturales.
La Angustia, también Síntoma, es un afecto, y se siente en el cuerpo. La mente en cambio la ubicamos en la cabeza, pero no sabemos exactamente dónde. Es una paradojal construcción, donde lo elemental pareciera quedar fuera, pese al sonido similar de ambos términos que significan cosas muy distintas. Agregando una sola letra L a Mental, queda LMental. Un sonido más que una imagen, elemental, produce el efecto que da nombre a esta revista. Podemos entonces echar a volar la imaginación dando a esa letra L el significado que cada uno quiera. Porque la letra finalmente es límite y litoral, separador, como signo (cisne, signe: tumba) donde muere la Cosa, sirviéndome del título del libro de Byung Chul Han, No-COSAS, con su idea de que la infoesfera es donde actualmente nos movemos. Estamos desplazando cada vez más a los objetos, sustituyéndolos por una realidad virtual, donde la cosa va perdiendo su importancia. Tal como lo ejemplifica este autor recurriendo a la fotografía en papel, señalando lo particular de su textura y efecto, como esencia de lo que se puede tocar y es realizado con las manos. A la sociedad digital en cambio, le basta mover solo un dedo para generar la realidad virtual que queramos, pese a no poder prescindir de los elementos naturales que la materializan.
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