Tal como en toda la obra de la poeta Marianela Riquelme Castro, la figura de Dios está muy presente, ya sea como el creador de todo o como tejedor de un plan de vida para cada uno de sus hijos. Lo llama Supremo Hacedor, Gran Hacedor, Ser Infinito o Altísimo, todo lo sabe o siente, es sinónimo de amor y perfección, y es en quien descansa y confía ante las vicisitudes de la vida, siempre con sus altos y bajos, con su contraposición de situaciones y de estados.
Esa misma forma toma Designios, yendo y viniendo por emociones y sucesos contrarios y antagónicos, entre el dolor y la alegría, la incertidumbre y la certeza, el amanecer y la noche, o entre el otoño y la primavera que la vio nacer. Pero, por sobre todo, entre la vida y la muerte, que sigue siendo el centro de sus versos, desde el fallecimiento de su compañero de vida y padre de sus hijos.
¿Nos reencontraremos en el mundo que estás?, se pregunta, añorando estar con él nuevamente y confiando en la promesa de descanso eterno, volver a disfrutar de su compañía, a vivir desde la niñez todo aquello que los unió:
“Más allá de la vida, más allá del dolor, de la tristeza o de la alegría, estás tú mirándome desde una foto, con tu sonrisa que conquistaba a cualquiera, tu mirada brillante que invitaba a creer en todo lo que decías… Eras franco, leal, observador hasta de la mirada más profunda o sutil. Más allá de cualquier suceso jamás te irás de mi alma porque siempre fuiste luz en mi vida”.
Así transcurre la poesía desde la esperanza hasta la resignación, desde el recuerdo hasta la ilusión de lo que podrá ser, pasando por estaciones y el transitar del día a día, con ese amor que pide piedad y comprensión para el otro y que destaca las bellezas de la naturaleza, volviendo y retomando siempre lo sagrado y su reflejo en toda la creación.





Reviews
There are no reviews yet.